Cerrando la ventana
Hoy cierro mi ventana en San Juan de Dios a ras de suelo. Sé que nunca la ocuparé. Aunque aún está pendiente la sentencia, aquella nunca será mi casa, entre otras cosas porque la multitud que formaremos los tres no cabe en aquellos treinta metros escasos.
Además, la razón de abrir este blog responde a otra época. Responde a una gran decepción. Al enfado que me embargó cuando descubrí que el Ayuntamiento y su empresa Procasa me habían defraudado, me habían engañado. Aquel enfado llevó a una demanda. La demanda llevó a un juicio. El juicio llevará a una sentencia, esperemos que dentro de poco.
Mientras, he decidido pasar página. Ya no quiero saber nada de ellos. No quiero que mi nombre se ensucie acercándolo a otros como el de Juan José Ortiz o Maribel Bueso. Abandono esta ventana y me mudo a otro lugar que representa mejor mis aspiraciones y mis pensamientos actuales. Porque el sudor de mi frente y el de mi otra mitad han logrado satisfacer las esperanzas que Procasa quiso truncar.
Algunas de las cosas que escribí en esta ventana pervivirán en el nuevo espacio. Otras desaparecerán para siempre. Quedarán en mi recuerdo y en el de algunos -pocos- lectores.