Todos son Obama
Es lo que tiene el embrujo de la victoria. Aunque haya varios miles de kilómetros, los políticos españoles se han apresurado a felicitarse a la histórica victoria del líder demócrata estadounidense. No importan sus ideas, ni lo que puedan representar, muchos trazan unos paralelismos prácticamente imposibles con el nuevo gurú del siglo XXI.
Hace meses que empezó el ínclito Julián Álvarez que se comparó al carismático político estadounidense. Su argumentario de parecidos fue tan pobre, que no merece la pena repetirlo, pero sí demostró ciertas dosis de previsión. Lo hizo antes de que ganara las elecciones americanas, lo que da mérito a la apuesta del ex dirigente andalucista.
Ahora, con la victoria, en el carro de Obama prácticamente no hay sitios. Esperanza Aguirre se alegra, aunque antes apostara por McCain. Moragas dice que Obama queda a su derecha (maldición, los americanos han elegido a un cruce entre Ynestrillas y Blas Piñar). Zapatero genuflexiona en su condición de amigo y aliado fiel, desconocida para con el anterior presidente de los Estados Unidos.
En Andalucía, de nuevo, los más peculiares. Arenas dice que él es Obama porque representa el cambio. Y Chaves dice que él es Obama porque es el progre, dicho por supuesto, con el particular vocabulario del eterno presidente andaluz.
Curioso, porque ni Arenas es cambio (¿cuántas elecciones ha perdido ya?) ni Chaves es progre. Pero los dos son Obama. Sólo falta que Román diga que él también es Obama. Aunque en ese caso el parecido es totalmente imposible de encontrar.
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