Detrás mia que no entre nadie más
Un sistema capitalista como el que vivimos en Europa se alimenta sobre las necesidades de un gran sector de la poblicación mundial. Antes, los pobres y los ricos estaban aquí. Ahora, sigue habiendo pobres y ricos en Europa pero nuestro nivel de vida ha subido y ahora los verdaderos pobres están en Africa, en America del Sur o en Asia. Es uno de los frutos amargos de la globalización.
Porque la globalización que nos sacude sólo la desarrollan los poderes economicos que han logrado que los bienes y las mercancias pasen las fronteras con los mínimos costes y puedan asi expoliar las riquezas de cualquier pais pobre. Sin embargo, en esa globalización los ciudadanos no hemos logrado incorporar los derechos como referente de todos los seres humanos.
Ante esta situación la emigración no es una opción, es una necesidad. No hay efecto llamada, hay efecto empujón que envia a los pobres del mundo a buscar un futuro en el primer mundo.
Pero, al final, hasta en los inmigrantes acaba calando el mensaje de que son muchos, de que sobran inmigrantes. Supongo que esos tres de cada cuatro que piensa que hay muchos inmigrantes ninguno cree que sobre él.
No es algo infrecuente. Parte del sistema capitalista se basa en lograr la máxima división entre aquellos que soportan sobre sus hombros el peso de la superestructura económica. Los primeros que se enfrentan a los inmigrantes son los propios trabajadores y la extrema derecha tiene entre los desempleados a gran parte de su sustento.
Algo parecido comienza a ocurrir entre los inmigrantes que establecen dos clases: los que estamos aquí y los que quieren venir. Y antes de que vengan la idea es clarisima: detrás mia que no entre nadie más.
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