lunes, 25 de junio de 2007

Accidente laboral

En el primer trimestre del año 2007 en España han muerto 227 trabajadores en el tajo. 25 de estos muertos trabjaban en Andalucía el día que les llegó su hora en un accidente de trabajo. A estos 227 muertos hay que sumar los 90 trabjadores que murieron cuando iban o regresaban del trabajo. El total se eleva a 317, de los que 40 eran andaluces.

Ellos me merecen la misma consideración que esos seis militares asalariados que han muerto mientras que jugaban a hacer la paz donde sólo hay guerra, allá por el Líbano. Lo curioso es que para los 317 no ha habido funerales de Estado, ni Principe de Asturias, ni condolencias de Ban Ki-Moon, ni de Condoleeza Rice, ni del Rey don Juan Carlos, ni nada de nada. Ellos dejaron un día su casa para ir al trabajo y nunca regresaron. Casi igual que los soldados asesinados en el Líbano, pero con la diferencia que los que han muerto día tras día en el tajo no defendían ninguna bandera, más que la del pan de sus hijos, y no les atacaron con una bomba sino con condiciones precarias, inestabilidad e inseguridad laboral.

Por eso, hoy que quiero mostrar mis condolencias a esos seis soldados que representaban a España, no puedo olvidarme de esos centenares de trabajadores que día a día mueren en el tajo.

Por cierto, un detalle. De los seis muertos, tres son colombianos. De nuevo los que vienen de fuera nos hacen los trabajos que los autóctonos no queremos y eso llega incluso al ejército, hasta hace muy poco territorio común e indivisible de la visión única de una España singular. No sé qué sentirán esos patriotas que rechazan a los extranjeros cuando ven que bajo su bandera rojigualda caen personas que nacieron muy lejos y que se ganan la vida -y a veces la muerte- defendiendo el maltrecho papel español en el extranjero.

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