Inmigración en Europa
Llevo unos días lejos de mi ventana porque he acudido a una cita inexcusable que tenia en Barcelona. Allí había una más que interesante reunión de expertos sobre el tema de la inmigración de toda Europa organizada por los compañeros del Institut de Dret Public de la Universidad de Barcelona, dirigidos por Eliseo Aja, a la que estaba invitado como mero oyente, por supuesto.
La reunión ha servido para poner en común algunas tendencias seguidas por los gobiernos de los países europeos frente al fenómeno de la inmigración y tratar de servir de plataforma de deliberación y análisis de la realidad del fenomeno migratorio en nuestro continente. Para ello estaban presentes profesores de Suiza, Reino Unido, Irlanda, Francia, Bélgica, Rumania, Portugal, Alemania, Italia y, por supuesto, España.
De la reunión he podido sacar algunas conclusiones que me permito a exponer. Por un lado, que la dirección a la que tienden los gobienos europeos es a la de tratar de homogeneizar a la población bajo el amplio paraguas de la palabra integración. Así, iniciativas como la creación de un Ministerio de Inmigración e Identidad Nacional del francés Sarkozy, las obligaciones establecidas en Suiza o Alemania,... hacen cada vez más estrecho el aro de la tolerancia hacia las culturas diversas (que siempre suelen tener como principal objetivo el islamismo).
También queda claro que la inmigración es un fenómeno que preocupa a los autóctonos, independientemente de las cifras que se manejen. Paradigmático resulta el caso de Rumania que hace constar la creciente preocupación de los rumanos ante la inmigración pese a que esta sólo alcanza un 0,5% de la población.
Por último, parece evidente que hasta el momento en el que se establezcan las condiciones necesarias para permitir el derecho al voto de los inmigrantes residentes la integración de los inmigrantes en nuestro continente resultará muy difícil. La integración es un fenómeno que requiere de las dos partes y, además del interés del inmigrante por insertarse en la sociedad receptora, se requiere el interés de la sociedad receptora por hacer más fácil la adaptación de la persona, y el fenómeno tiende a fallar, tanto por un lado como por el otro.
Por cierto, ¿sabían que en Suiza un menor puede estar hasta nueve meses en prisión esperando a ser devuelto a su país sin haber cometido delito alguno por el simple hecho de estar en situación irregular?
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