Maltrato animal
No tengo perro. Ni gato. Ni siquiera tengo un periquito. No es que odie los animales, es simplemente que mi respeto por una vida (sea humana, animal o vegetal) me lleva a preferir no intervenir en ningún momento de su desarrollo. Creo en la libertad de los animales más allá de bozales, correas y chalecos de ganchillo con los que algunos amantes de los seres vivos los martirizan. Jamás entenderé a quien se considera defensor de los perros y tiene un pastor alemán en un piso de sesenta metros o a un husky siberiano en Cádiz.
Considero, no obstante, que una vez planteada la necesidad de velar por esos animales que se encuentran en nuestras ciudades, se les debe proporcionar el trato más digno y respetuoso posible. Me parece vergonzoso que un Ayuntamiento esté dando cobertura a empresas que maltratan a los animales por encargo del propio Consistorio.
Más vergonzoso, aún, me parece el hecho de que quienes defienden la dignidad y la integridad de los animales se permitan el lujo de amenazar, zarandear e, incluso, golpear a responsables políticos, sean del partido que sean y tengan la responsabilidad que tengan. Curiosas estos sujetos que se plantan contra el maltrato animal maltratando a seres humanos.
Por eso, pese a mi tendencia manifestante, por ahora nunca me vereis en una manifestación de defensa de los animales. Antes tendría que acabarse el hambre en el mundo, nuestros ancianos tendrían que sentirse válidos y acompañados, las guerras tendrían que dejar de ser un recurso necesario, los violentos tendrían que abandonar sus ideas...
Sólo cuando todos los seres humanos tengan garantizados sus derechos me manifestaré por los derechos de los animales... Como siempre, sin utilizar la violencia.
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