lunes, 5 de marzo de 2007

Las cosas del capitalismo

Ayer nos desayunamos con la noticia de que los directivos de DELPHI habrían cobrado por plantear el cierre de la planta de Puerto Real. Estos ejecutivos habrían recibido 130 millones de euros en incentivos mientras que planteaban la pérdida de más de 1600 empleos directos y casi 3000 indirectos porque en Puerto Real DELPHI perdía 150 millones de euros, es decir, poco más o menos lo que ganan -en primas, aparte del sueldo- estos señores.

La cosa es bastante lógica. Todo el mundo sabe lo cara que está la vida en Detroit y estos ejecutivos sin esos 130 millones de euros no podrían lujosas mansiones, con piscinas climatizadas, no podrían ir a jugar al tenis a Miami, ni mantener a sus amantes y les resultaría más complicado alquilar un jet privado. Mientras, en Cádiz, las 4000 familias implicadas ya tienen bastante con el paro y la ayuda familiar porque, al fin y al cabo, todo el mundo sabe que en Cádiz a la gente no le gusta trabajar.

Ahora en serio, la noticia es una auténtica desfachatez, pero no debe sorprendernos. El capitalismo salvaje que se practica en los Estados Unidos y que va invadiendo España paso a paso se basa en contradicciones de este tipo. Una empresa cierra uno de sus centros de producción por ser deficitario mientras que paga una catidad similar en "extras" a personas que no producen, en el estricto término de la palabra, para la empresa.

Pero no sólo eso. La empresa se decide a trasladar la planta a otro pais donde se cobra mucho menos, donde los derechos son menos respetados,... Lo llaman deslocalización, pero yo lo llamaría engaño. Es pan para hoy y hambre para mañana. Cuando los altos directivos de DELPHI necesiten otros 130 millones para sus jets, sus mansiones, sus amantes y sus partidos de golf volverán a cuadrar la cuenta de resultados pasando de Polonia a China o a Togo.

Lo de DELPHI es una batalla perdida. Pero en Cádiz tenemos que seguir luchando. Luchar para mostrar que aquí sí se quiere trabajar, que queremos un futuro. Luchar para que las inversiones de los poderes públicos no financien las juergas de directivos en Detroit sino que sirvan para convertir la mano de obra de Cádiz en mano de obra cualificada. Luchar para que el dinero público no vuele a los Estados Unidos sino que se invierta para apoyar al capital andaluz y gaditano. Para que las decisiones se tomen desde aquí y no desde allí. Mientras tanto seguiremos estando al albur de los precios de las mansiones en Detroit.

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