Programas, programas, programas

Aunque hoy escribo metido en un punto internet en pleno centro de Madrid, ayer estaba en pleno centro de Cádiz para refrendar, junto con mis compañeros de candidatura, el programa del Partido Andalucista para las próximas elecciones municipales.

Más allá de las numerosas medidas que expusimos y que iremos publicando en distintos medios de comunicación los próximos días, la posibilidad de participar en un proceso tan laborioso como el de elaborar un programa electoral me ha hecho plantearme una gran duda: ¿sirve para algo?

Y la duda me surge en dos ámbitos. ¿Alguien se lee los programas electorales? Y la que resulta aún más grave ¿alguien cumple los programas electorales? Recuerdo que Teófila Martínez concurrió a las pasadas elecciones municipales con una bateria de medidas que difundió en un pequeño tríptico y de las que no ha cumplido ni siquiera una mínima parte. Nadie se lo ha recordado. Nadie se lo ha exigido.

Algo similar ocurre con el presidente del Gobierno ZP que sólo se ha decidio a cumplir sus compromisos de traer las tropas de Irak y de permitir las bodas entre homosexuales, pero que mantiene el trato degradante a los extranjeros, el problema de la precariedad laboral, del acceso de los jóvenes a la vivienda y otros muchos que se comprometía a solucionar en su programa electoral.

Personalmente, me gustaría que si algún día los gaditanos nos dan su confianza fueramos diferentes y aplicáramos el programa con el que concurrimos a las elecciones. Esencialmente porque el programa no son 1000 o 2000 medidas para ponr Cádiz bonita. No. Nuestro programa parte de la necesidad de recuperar el pulso vital de la sociedad gaditana, el compromiso democrático de nuestras instituciones, la participación de los ciudadanos,... Esas son las bases para que nuestra ciudad vuelva a funcionar. En ese proyecto me he embarcado con mucha ilusión.

De momento, ahí está el programa, para el que lo quiera leer y se lo guarde para dentro de cuatro años pedirnos explicaciones. Es lo que debe hacer un buen ciudadano.