Regreso a la preemancipación
Dicen los hosteleros que este verano en Cádiz está siendo de lo más flojito. Lo entiendo. El atractivo de mi ciudad se limita a sus innumerables encantos naturales pero poco, muy poco, se hace desde los organismos públicos para que Cádiz sea algo más que el destino turístico de familias con bebés que buscan un lugar barato donde pasar sus vacaciones de playa, o parejas de sesentones que solo quieren mar y tumbona.
Tambien dicen los inmobiliarios -caciques de la burbuja- que el alquiler de pisos en verano se está reduciendo en Cádiz este año. Y eso no es que lo entienda, eso me alegra sobre manera. A ver si esta coyuntura de rechazo de los alquileres desproporcionados permite volver a la normalidad de un mercado inmobiliario excesivamente estacional. Porque puedo aceptar que el turismo sea estacional... pero que lo sea el mercado inmobiliario.
Para un joven encontrar un piso del aquiler en Cádiz para todo el año es una auténtica misión imposible. Son muchos los que alquilan su vivienda por nueve meses y en verano se tienen que volver a casa de sus padres para que ese apartamento le pueda servir a su dueño para estafar a Hacienda unos cuantos miles de euros. Si ese es el turismo que Cádiz atrae, prefiero rechazarlo.
Va por mi amigo Omar, por Fransu, por Fran, y por tantos y tantos jóvenes que cuando ha llegado julio han tenido que recoger el petate de su vivienda y retornar como un inoperante paso atrás al territorio de la preemancipación. Ellos seguro que celebran que el piso que les da cobijo desde septiembre a junio no pueda ser alquilado en verano. Porque ellos (y yo) creemos que una ciudad que vive del turismo no se puede construir con la condición de que sus ciudadanos emigren. Eso no es una ciudad. Eso es un parque temático.
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