Casi expulsada
Mis vacaciones han sido bastante inmerecidas porque hago las cosas que me gustan. Por eso no me costó trabajo dejar la toalla, la crema y la arena para ayudar a Josiane, una chica brasileña que había recibido un trato inadecuado por parte de la Subdelegación del Gobierno.
En realidad, Josiane no necesitaba mi ayuda porque ya habia tenido la de su cuñada Tania y la de su abogado, José Luis Tellado. Gracias a ellos Josiane pudo hacer valer sus derechos y paralizar su expulsión.
La cuestión, para quien no lo entienda, es bastante sencilla. La normativa de extranjería permite a un inmigrante recurrir su orden de expulsión durante un plazo de dos meses pero también permite que esa expulsión se ejecute inmediatamente después de ser dictada. El recurso, además, suele paralizar la expulsión. Aprovechando esta incongruencia normativa la Subdelegación del Gobierno en Cádiz ha optado por acelerar los procesos de expulsión y tratar de ejecutar las ordenes antes de que el juzgado las paralice.
Por eso se dan circunstancias como las de Josiane a la que sacaron de un avión en Madrid cuando ya iba camino de Brasil y a la que dejaron en Barajas sin ofrecerle ni dinero ni un billete de vuelta. Por eso es esencial contar con la ayuda familiar con la que contó Josiane. Otros muchos no encuentran esa ayuda y son expulsados antes de que el juzgado diga si la expulsión e ajusta a Derecho o no.
Josiane tuvo suerte y quiere que su ejemplo sirva para aquellos a los que el rodillo administrativo conculcasus derechos. A mi no me costó dejar mis vacaciones para apoyarla. Aunque no necesitara mi apoyo.
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