Sofia

Quien tiene un amigo tiene un tesoro, pero yo tengo mucho más porque tengo una hermana. Tampoco voy a presumir aquí de relación fraternal porque mi hermana y yo no somos uña y carne. Por suerte. Tenemos la relación que consideramos perfecta entre dos hermanos, cada uno tiene su espacio vital, su ámbito de libertad en el que el otro no se mete, pero sabemos que cuando nos necesitamos siempre podemos contar con el otro. Aunque medien seiscientos o mil kilómetros de distancia.

Tal vez los seis años que nos diferencian permiten esa relación tan peculiar. Esos seis años han provocado que, para bien o para mal, yo haya sido el referente de mi hermana. No sé si habré sido un buen espejo al que mirarse, lo que sí sé es que la imagen que refleja ese espejo es más que excelente.

Porque mi hermana es única. Y no lo digo porque sólo la tenga a ella, sino porque en una sociedad como la actual en la que predominan los jóvenes desinteresados, apolíticos, incultos, ella participa, protesta, lee,... Manifiesta muchas más inquietudes de las que yo tenía a su edad. Y, sobre todo, tiene una capacidad de esfuerzo y de sacrificio que yo jamás alcanzaré.

Con eso, y por supuesto, un talento natural al alcance de pocos, mi hermana ha obtenido el Premio a la mejor Licenciada en Económicas de la Universidad de Sevilla. Ayer lo supo y hoy le dedico este post para hacer pública mi enhorabuena. Supongo que su padre, que es el mío, estará orgullosísimo de ella. Yo, como hermano, no puedo estarlo más.

Espero que la vida le depare toda la suerte que ella merece y que, por lo que la conozco, para ella no va ligada a grandes sueldos e importantes sumas sino a la satisfacción de un trabajo bien hecho, de una realización personal que ella, como poca gente, sabe medir en cosas inmateriales mucho más importantes que ese maldito dinero. Espero, Sofia, que este mundo no te engulla en sus fauces y tu talento te permita ganar lo suficiente mientras que lo utilizas para hacer aquello que te gusta. Que siempre será bueno.