Campaña electoral: día 2.
23-F: el día de los golpistas.
El segundo día de campaña coincidió con el aniversario de aquel 23-F de infausto recuerdo. Sin embargo, aún se mantienen actitudes golpistas en esta campaña electoral.
El ejercito de Mena. La Constitución le concede al ejército la defensa de la unidad de España y para ello le entrega armas para cuando trabajan y colegios, residencias de vacaciones, hospitales militares y otros numerosos beneficios para ellos y sus familias. El general Mena piensa que eso le da derecho a utilizar las armas como le venga en gana cuando considere que la unidad de España está en peligro. Personalmente, cuando oigo a los militares hablar de política se me eriza la piel. Ellos están para obedecer las órdenes del poder civil y cobrar todos los meses su sueldo. Si quieren meterse a políticos que cuelguen el traje de faena. El peligro de mezclar poder civil con poder militar nos costó cuarenta años de sufrimiento. Creo que lo más justo sería expulsar al general Mena de la carrera militar y que, tranquilamente, se dedique a hacer crónica política, que parece que es lo que a él le gusta. Aunque seguro que al payasete de Mena no le compensa. Por cierto, muy mal gusto el del monárquico ABC de consagrar páginas de tan vestusto periódico a ese tipejo justo el 23-F. Algunos aún tenemos el corazón encogido.
Las llamas de Llamazares. Izquierda Unida no tiene sitio. Lo tiene en el ideario de muchos, pero sus dirigentes no se lo creen y dan bandazos tratando de hacerse un hueco a la izquierda del PSOE. En épocas en la que el voto útil se convierte en una máxima, Llamazares y los suyos ven peligrar su asiento y se ponen nerviosos. Sólo así se entiende el famoso video de Second Life en el que se prende fuego a una foto de la familia real. Llamazares debe saber que están en su derecho de pretender abolir la monarquía, pero siempre por los trámites democráticos y constitucionales cuando tengan la mayoría suficiente. Pretender insinuar que la violencia puede llevarles al mismo sitio, raya el golpismo que no conoce de extremidades y puede ser de derechas o de izquierdas.
El régimen Chavista. No me he confundido. No hablo de Venezuela. Se trata de Andalucía. O casi. Desde que Manolo Chaves mezcló las elecciones autonómicas con las generales, el debate abandona el entorno andaluz para centrarse en el terrorismo, la guerra de Irak, el AVE a Barcelona y esas cuestiones que no tienen relación con el momento en el que un andaluz introduce su papeleta para elegir a sus representantes en el Hospital de las Cinco Llagas. Chaves renueva sus mayorías azuzando el fantasma de la derecha en Madrid, sin debatir de la realidad de una Andalucía que cada vez está más lejos del tren de Europa. Por cierto, que como en todos los regímenes, la culpa se reparte entre el totem, el partido y el pueblo que no le rechaza en las urnas esa práctica electoral que tergiversa la democracia en Andalucía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario