lunes, 25 de febrero de 2008

Campaña electoral: día 3.

La tensión de los vaqueros de Pizarro.

- De tensión y dramatización. Ciertamente no sé qué habría sido de la campaña electoral del PP si Cuatro no hubiera cometido aquel error de filtrar las imágenes en las que ZP avisaba de que necesitaba tensión en la campaña. De aquella metedura de pata de los chicos de Gabilondo, los peperos han construido su principal arma electoral acusando al presidente y sus hombres (y mujeres) de crear crispación. Teniendo en cuenta que el desliz no estaba previsto, ¿qué tenía preparado la maquinaría de los populares para tnatos y tantos minutos en los mítines dedicados a convertir a Bambi en el demonio de Tasmania? Y, sobre todo, ¿quién se cree esa visión maléfica de un presidente del gobierno que de lo que más peca es, precisamente, de falta de tensión?

- Llamazares y sus videos. Si parecía que con lo de la foto del Rey ardiendo habían tocado suelo, ayer vi el video de campaña de Izquierda Unida y es aún peor. Supongo que están dispuestos a cargarse las pocas esperanzas que ellos mismos tienen. Por cierto, alguien tendrá que decirle a Llamazares que lo primero para un político que pide el voto es creérselo.

- Los vaqueros de Pizarro. Pizarro se está convirtiendo en el invitado fetiche de unos y otros. Para los populares su fichaje era la culminación del sueño de completar la lista electoral con un técnico de reputación que permitiera darle la espalda a Alberto Ruiz Gallardón. Para los socialistas, sin embargo, sirve de vía de golpeo al mentón popular porque un tipo que se gana una indemnización de once millones de euros, de momento, resulta poco agradable. Ayer en el mitín del PP apareción con unos vaqueros, chaqueta y corbata. Observándolo bien, el televidente seguía acordándose de los once millones de euros, pese a los vaqueros. Y es que la tela azul no hace currante a quien no lo es. Por cierto, ¿vaqueros piojiteros o de Levi's?

- El prepartido. Esta noche hay partido entre el Real Madrid y el Barcelona. Las aficiones ya están caldeadas. Muy caldeadas. Así lo mostró ayer el Follonero en un fantástico programa en La Sexta en el que se burló sin remisión de la campaña y los políticos. Más allá del chiste, ver la reacción de la gente que va a esos mítines ante los micrófonos de la SER y de la COPE resulta muy preocupante. Escuchar algunos de los mensajes que los anónimos votantes lanzaban desde improvisados atriles provocaba una sensación próxima a la urticaria. Quizá algunos personajes no tan anónimos deberían contribuir a la tan añorada unidad de España (sea lo que sea que eso signifique) reduciendo el pistón del insulto y la descalificación. Y no se trata sólo de políticos. De lo contrario, después del Madrid-Barcelona sucederá lo que no queremos nunca que suceda en un campo de fútbol.

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