El día después del debate
Campaña electoral: día 5.
Justo al día siguiente al debate los candidatos a la presidencia de la Junta concurrieron al contradebate que fue algo así como todo lo contrario al Zapatero-Rajoy.
- La niña de Rajoy no coge el autobús. El monólogo de conclusión del debate de Mariano Rajoy fue realmente esperpéntico. Esa niña Heraldo de la Libertad sonó a una de las imposturas más grandes que nadie haya dicho ante una cámara de televisión. Si quería hacer algo así, el mínimo es haberlo recitado de memoria para haber parecido creíble. Después estuvo aquello de no saber lo que es un bonobus que le enfrenta a ese pretendido carácter de currante que quiere arrogarse en los últimos días.
- Zapatero está triste. ZP está triste, qué le pasa a ZP. En el debaje pareció cariacontencido, triste, sin esa bonomía que le convierte en su mejor característica. Quizá alguien le haya dicho que cuando baja a ras de suelo, cuando se hace el simpático se queda muy cerca de la barrera de parcer tonto. O quizá estaba a disgusto en un debate encorsetado y demasíado riguroso para alguien acostumbrado a llevar el agua a su molino con grandes palabras. Mucho más amable se le vio con Mamen Mendizabal, aunque resulta lógico estar más a gusto ante la Mendizábal que ante Rajoy. Por cierto, que algún asesor le diga que si el presidente optimista pronuncia la palabra "desaceleración" el ciudadano tiembla porque inmediatamente piensa en crisis (y de las gordas).
- El contradebate de las corbatas. Y al día siguiente al superdebate el contradebate con los candidatos a la Junta de Andalucía. Cada uno mostró sus diferencias con algo tan esencial e importante como ¡¡las corbatas!!! Violeta republicana Valderas, verde andalucista Álvarez, azul Arenas y ¿¿roja?? Chaves que debe ser lo único rojo que ha visto en mucho tiempo. Si se trata de imágen, sin lugar a dudas Arenas les da un baño a sus tres rivales. En cuanto a contenido, básico, triste, parco.
- La vida sigue. Aunque los políticos no lo crean, la vida sigue. Siguen muriendo mujeres a manos de quienes un día dijeron amarlas. Cuatro ayer, una en El Puerto de Santa María. La lacra continúa. Ojalá la niña de Rajoy, cuando crezca, no tenga que vivir el miedo de una mujer maltratada.
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