sábado, 1 de marzo de 2008

Rectificados

Campaña electoral: día 8.

La campaña electoral provoca estragos en la oratoria de algunos de los políticos. Ese afán por decir siempre la barbaridad más grande les lleva a meter la pata más de lo recomendable para quienes van a regir los designios del Estado español. Por eso, después les toca rectificar, que no siempre es cosa de sabios.

- Felipe González y su imbécil. El jarrón chino valioso ha vuelto a demostrar que no hay sitio donde mterlo. El jueves en Málaga llamó imbécil a Rajoy y ayer en Jerez tuvo que disculparse. Rectificación de intensidad moderada, por compromiso de buena imagen, sin arrepentimiento del contenido de lo rectificado.

- Elorriaga y su sinceridad. Elorriaga ha dicho en el Financial Times que la táctica del PP es sembrar dudas entre los votantes indecisos del PSOE. Si consiguen desmovilizar a estos ciudadanos cercanos al PSOE podrán ganar las elecciones. Son unas declaraciones de una sinceridad tan extrema que parece mentira que las haya hecho alguien con la relevancia política en el Partido Popular que tiene Gabriel Elorriaga. Hace unas décadas se le podría haber perdonado por haberlas hecho en un medio extranjero ya que esas noticias tardaban en llegar a España. Pero ahora que con esta maravillosa red de redes cualquiera sabe lo que pasa en la otra esquina del mundo en apenas segundos, su error es mayúsculo y, sobre todo, le regala media campaña al PSOE. Por eso su rectificación ha sido de intensidad muy fuerte, por arrepentimiento de necesidad sin entrar a valorar el contenido.

- Ana Mato y los analfabetos. Ana Mato acusó en Punto Radio a los niños andaluces de ser analfabetos. Evidentemente, no por culpa suya (de los niños) sino de Chaves, pero el calificativo analfabeto no reduce su dureza si las causas del analfabetismo son exógenas al propio individuo, algo que, por otra parte, siempre ocurre. El Partido Popular se pierde siempre cuando habla de Andalucía y no sabe diferenciar entre los gobernantes perpetuos de esta tierra y su pueblo. Calificar de analfabetos a un conjuno de niños de los que saldrá, previsiblemente varios ministros, un presidente del gobierno, notables compositores y algún sobresaliente literato es descender a las cavernas del confrontamiento político. También rectificó la señora, pero a ella, como andaluz, no le acepto la rectificación.

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