martes, 18 de marzo de 2008

Wilfredo, Brenda y Xavier

Esta semana he tenido un poco abandonada mi ventana y no ha sido precisamente por no tener nada que contar, sino precisamente por todo lo contrario. Esta semana Wilfredo, Brenda y Xavier me han obligado a aacudir en repetidas ocasiones a los medios de comunicación. Después de que ayer Noticias Cuatro emitiera el último reportaje (de momento), tengo unos minutos para poder contar su historia desde mi ventana.

Wilfredo llegó a España como llegaban centenares de bolivianos hasta hace unos meses, con su pasaporte y disimulando en su declarada intención de turista la voluntad de buscarse un futuro mejor en España. Junto a él vino la jovencísima Brenda y se instalaron, para su desgracia, en el sur de España.

Wilfredo encontró trabajo pronto sumergida como estaba la economía española en la burbuja inmobiliaria. Era buen albañil, como la mayoría de los bolivianos, dispuesto a trabajar de sol a sol siempre que recibiera el dinero suficiente para alimentar a su mujer y enviar a su familia en Bolivia. En estas llegó Xavier un pequeño regordete que nació en el Hospital de Algeciras y que lleva escrita la equis en su nombre por el declarado fanatismo culé de su boliviano padre. Sin embargo, pese a que su padre era boliviano y su madre también, al nacer en España Xavier recibió la nacionalidad española.

Dos días después de que su hijo recibiera el DNI español, Wilfredo fue a ver a su último jefe para que le pagara el chapú que acababa de hacer. Sin embargo, el jefe no estaba dispuesto a pagar y prefirió llamar a la policía para que lo detuviera y lo expulsara sin más falta que haber querido convertir en pan el sudor ya gastado de su frente. Pese a que Brenda llevó los papeles de su hijo, la Policía de Algeciras envió a Wilfredo de vuelta a Bolivia saltándose a la torera la jurisprudencia del Supremo, las obligaciones internacionales contraídas por España y todo lo demás, porque al fin y al cabo ¿qué es eso de las garantías? Sólo son inconvenientes que cuatro abogados crean para que los policías no puedan llevar a fin ese ímprobo esfuerzo evitar que los extranjeros invadan nuestro país.

Desde entonces, y gracias a la ayuda de Juan Moriche, el ángel de la guarda de Xavier, han movido Roma con Santiago para deshacer la injusticia cometida. Con la ayuda del Defensor del Pueblo andaluz obtuvieron el compromiso de la Subdelegación del Gobierno de revocar la expulsión para que Wilfredo pudiera volver a ver a su hijo, para que ganara el dinero suficiente para alimentarlo, para que lo educara, para que lo abrazara las noches de frío y le acariciara la cabeza con su mano encallada del palaustre cuando regresara del tajo.

Sin embargo, la Subdelegación del Gobierno no cumplió su palabra. Como no había cumplido antes la Policía. Como no cumplió la abogada que le asignaron a Xavier. Como no ha cumplido casi nadie con su trabajo, con su palabra, con su compromiso. Por eso Brenda, Wilfredo y Xavier son una familia atípica y Xavier crece, con el DNI en la mano, sin su padre que espera un día poder regresar junto a su hijo para explicarle quién es ese número 6 blaugrana que le regaló la equis de su nombre.

A gente como Wilfredo, Brenda y Xavier le dedico yo una parte de mi tiempo. Menos de lo que se merecen. Tanto como puedo. Y me siento orgulloso de ayudar en la medida de mis fuerzas a gente que tienen tan poco soporte, tan pocas ayudas. Por ellos cierro unos días mi ventana y recorró platós, respondo llamadas, comparezco en ruedas de prensa,... con la confianza de que, más pronto que tarde, se solucione su problema y vuelvan a estar juntos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Recibe mi apoyo por tu labor y mi solidaridad para con los desfavorecidos.