lunes, 12 de mayo de 2008

Celestino Corbacho

No puedo dejar pasar otra semana sin hacer algunos comentarios acerca del nuevo ministro de Trabajo e Inmigración, el ínclito Celestino Corbacho. El ex alcalde de Hospitalet ha llegado al cargo pleno de fuerza y con los planteamientos de la política municipal. Sus primeras decisiones han sido de política de imagen y se ha paseado por los platós de televisión y radio para poner en relieve sus impresionantes aptitudes para el nuevo puesto y su "mano dura" para con la inmigración.

Corbacho, casi tan divertido como su homónimo de trajes de colores chillones, justifica su nombramiento como ministro de Inmigración (de trabajo parece preferir no hablar) porque él también fue emigrante que nació en Extremadura y se hizo hombre en la periferia urbana de Barcelona. Sin embargo, olvida que ser emigrante en España es mucho más que el desarraigo social que supone abandonar la tierra de tus padres.

Un inmigrante en España está obligado a acudir cada año a renovar su autorización de residencia que puede ser rechazado por la Administración por razones tan peregrinas como que un individuo, un día te haya denunciado, aunque el Juez haya declarado tu inocencia. En esos casos el Informe Policial es negativo y te toca a ti demostrar que la denuncia fue falsa y que el Informe Policial es una locura porque, incluso en tu condición de inmigrante, tienes el derecho a la presunción de inocencia. Y en eso te puedes llevar entre uno y dos años, con el permiso de trabajo sin vigencia y, por tanto, sin poder trabajar.

También te pueden rechazar la renovación si tu jefe te despide y no eres capaz de volver a encontrar empleo. Aunque lleves aquí tres años tengas a tu mujer, a tus hijos, a tu madre,... te hayas integrado a la perfección, el inmigrante no puede desprenderse de su condición para alcanzar la de persona. Por eso, me indigna bastante que el tal Corbacho vaya pregonando por doquier que quiere que los inmigrantes sin trabajo retornen a su país. Es algo redundante y peligroso. Redundante porque ya están obligados a ello y peligroso porque consigue focalizar el problema del paro en el grupo de los más débiles.

Quizá Don Celestino debería empezar a pensar más en su cargo de Ministro de Trabajo que en el de Inmigración y lanzar propuestas plausibles para reducir el desempleo. Conformarse con que se acabaron las vacas gordas y poner la lupa sobre los inmigrantes es demasíado mezquino. Aunque para verdaderamente mezquino el amigo Rubalcaba, pero ese se merece otro vistazo desde mi ventana.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Diego,

"Quizá Don Celestino debería empezar a pensar más en su cargo de Ministro de Trabajo que en el de Inmigración y lanzar propuestas plausibles para reducir el empleo."

Supongo que te refieres a reducir el desempleo no el empleo.

alfon.

diegoboza dijo...

Edito para corregir.
Muchas gracias alfon por la apreciación y también, muchas gracias por la lectura. Aunque no compartamos los puntos de vista en la mayoría de los casos, en la divergencia se enriquecen los discursos.

Un saludo
diegoboza

Anónimo dijo...

Hola Diego,

Si que es verdad que compartimos pocos puntos de vista, pero como bien dices, enriquece, es bueno. Si todos pensáramos lo mismo.... Mientras haya respeto y educación claro.

Saludos,
alfon