De barbacoas
Ayer se celebró la famosa barbacoa del Carranza, reconvertida en barbacoa de la Final del Carranza, para evitar equívocos como el del año pasado en el que algunos quisieron replantearla para celebrarla en víspera de festivo.
Después de la experiencia del año pasado en que la barbacoa mostró su cara más triste con una participación mínima, este año se han vuelto a recuperar las cifras de otras ocasiones y la barbacoa ha unido a decenas de miles de personas (jóvenes y no tan jóvenes) dispuestas a disfrutar de la playa de Cádiz y, por qué no decirlo, a emborracharse.
Yo fui barbacoero, de los que marcaba esta fecha con rojo en el calendario. Eran otros tiempos, los de mi juventud, en los que la fiesta aún no se había masificado ni extendido por toda Andalucía. Tiempos en los que un grupo de amigos se reunía en la playa a tomar un refresco (o algo más), cantar y charlar casi todas las noches. Porque no había toque de queda playero y la playa era zona de esparcimiento juvenil de día y de noche.
Obviamente el respeto por la playa debe presidir cualquier utilización de la misma. El mayor espacio abierto que tenemos en Cádiz debe ser respetado y, ante algunos excesos, es lógico que se pongan ciertas limitaciones. Por eso entiendo que se puedan establecer ciertas barreras a la utilización de la playa como botellódromo, en período normal.
Yo he dejado lo de las barbacoas y con la de ayer creo que he acudido sólo a una en los últimos cinco años. No es mi modelo de ocio beber como un cosaco entre una marabunta de gente que no se sabe muy bien si viene o si va. No obstante, respeto tremendamente a quien ahora tiene los quince años que yo tuve un día y espera a esta noche para poder cantar el popurrí de Caleta a la luz de la luna.
Ahora bien, lo que no entiendo es qué le ha ocurrido al equipo de gobierno municipal con esta barbacoa. Ellos que fueron los principales culpables de la masificación cuando quisieron convertir aquella reunión de gaditanos en un hecho digno del libro de los records, de repente se transformaron como San Pablo y se convirtieron en los principales detractores de una fiesta que sólo se desbocó por su responsabilidad.
Por el camino han hecho cosas tan ridículas com plantearla en un día entre semana o solicitar a Renfe que no traiga más trenes a Cádiz en esa fecha. Habría que preguntar a los cerebros pensantes (si los hay) del PP de Cádiz a qué se debe la transformación en sus criterios. O si es siemplemente una nueva demostración de que ellos, en lo que se refiere a gobernar una ciudad no tienen criterios y deciden según con qué pie se levante la Jefa.
1 comentario:
Rectificar es de sabios, y los polìticos que saben rectificar a pesar de lo impopular de sus decisiones son personajes con dos cojones, da igual que sean de derechas o de izquierdas, lo importante es que no sean necios toda la vida por la cabezoneria del dìa que toman las decisiones segùn el piè con el que se levantan.
Raul junquera.
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