sábado, 6 de junio de 2009

Lo siento, Mariano



Pues yo lo voy a hacer. Se pongan como se pongan Rajoy, Antonio Burgos y todos esos representantes de la derecha sociológica trasnochada y caduca que aplauden y sueltan risotadas de fondo. Los mismos que son católicos de cintura para arriba. Esos para los que la libertad es poder hacer lo que les da la gana e insultar a los que hacen cosas diferentes a las suyas, tildándolos de ridículos para arriba.

Porque ya me contará el ínclito señor de la niña lo que le importa a él que un concejal del Ayuntamiento de Madrid haya organizado un bautizo civil para el hijo de una amiga, a no ser que se enfade porque esa amiga fuera antes la amiga secreta de su jefe. Yo no me quejo cada vez que hay un bautizo en alguna iglesia de postín con invitados de alcurnia. Ni cuando esos niños renuevan su fidelidad a los curas a cambio de una PSP y un viaje a Eurodisney. Quien crea en las negras sotanas que vaya a la iglesia y quien no, que haga como quiera para celebrar la llegada de un nuevo miembro a su red familiar.

Es mi caso. Si algún día tengo la suerte de ser padre, mi hijo no se verá manchado por el agua estancada en una pila que lleva demasiados años sin renovarse. Organizaremos una fiesta con todos nuestros familiares para celebrar juntos que somos uno más. Por supuesto que no lo llamaré bautismo. No tienen los católicos el monopolio de la alegría ni la exclusividad en los nombres. Será una fiesta de bienvenida. Una calurosa acogida familiar, con invitados, regalos y tarta. Aunque se moleste Rajoy.

No hay comentarios: