jueves, 25 de febrero de 2010

Sobre Teófila Martínez

Con una semana de retraso cuelgo la columna que me ha suscitado tantas críticas por parte de algunos de los oyentes del Hoy por Hoy Cádiz e, incluso, una carta de apoyo firmada por el otro columnista del programa, Julio Braña. Creo que el fondo del mensaje no se entendió y cuando no se entiende el mensaje es culpa, sin duda, del mensajero. Eso no quita a que esté totalmente fuera de recibo la intención de "matar al mensajero" de parte de los oyentes y, sobre todo, algunos insultos vertidos. De todas formas, no ofende quien quiere sino quien puede y no me van a evitar decir lo que pienso. Lo que pienso es, exactamente, esto:


Nunca he votado a Teófila Martínez. En 1995 aún no tenía la edad necesaria para ejercer el derecho al voto. Entiendo, que en aquel momento supuso un revulsivo necesario ante la alicaída gestión de los últimos años de gobierno de Carlos Díaz, asfixiado en su tarea por los de enfrente y, sobre todo, por los de su propia casa.

En su primera legislatura apostó por la obra del soterramiento como elemento central de su política, sin atender a las necesidades más perentorias y notables de Cádiz. Esta línea es la que ha seguido en los siguientes años. La principal preocupación han sido obras megalómanas sin atender el gran problema de Cádiz: el debilitamiento socio-económico de la ciudad causado por un envejecimiento constante de la población que es fruto, a su vez, del exilio económico de muchísimos jóvenes gaditanos.

Ni en vivienda ni en empleo la nota puede ser positiva puesto que no ha logrado atajar el grave problema de las viviendas vacias y de la especulación urbanística ni ha dotado a Cádiz de los elementos para lograr esa pujanza necesaria para que la ciudad cree empleo. Tan cierto es que, jurídicamente, carece de gran parte de las competencias en materia de vivienda y empleo, como que con las arcas municipales se financian una Empresa Municipal de Vivienda y un Instituto de Fomento cuyos aciertos son mínimos.

Todo ello, además, sumado a una política mediática de explotación de la imagen personal y de la propia gestión absolutamente exacerbada. Su presencia en los medios es proporcional al grado de control al que somete a la prensa gaditana o, al menos, a la que se deja controlar. El punto culminante de su política mediática fue la creación de un canal de televisión sesgado y sectario que sirve de bastión a sus diferentes campañas publicitarias.

Como Alcaldesa ha carecido del talante y la cortesía que requiere un cargo de este tipo. Su educación y corrección en el trato personal con esos viejos que son mayoría y a los que tanto mima se contrapone a su agresividad y su falta de piedad con el adversario político o social. Tiene mandíbula de cristal para encajar las críticas y colmillo de acero para atacar al oponente, anteponiendo en muchas ocasiones los intereses de su partido a los de la ciudad en el enfrentamiento con otras Administraciones.

Lo esencial, además, es que carece de una idea de ciudad y que su equipo carece del nivel necesario para afrontar por sí mismo algunas cuestiones. No sabemos si por el alejamiento de las personas más capaces de la política o porque ella no deja crecer a nadie que le pueda hacer sombra.

Son sólo algunos apuntes de las cuestiones en las que yo censuro la gestión de la Alcaldesa de Cádiz. Las que yo expondría si escribiera una letra de Carnaval sobre Teófila Martínez. Lo que tengo claro es que nunca diría nada de su aspecto físico. Que sea más o menos fea a mi no me interesa lo más mínimo. Y los chistes sobre esa cuestión, además de reiterativos, están totalmente fuera de lugar.

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