El inicio de la lucha (III)
El punto de partida de mi blog es una ventana. En concreto, la ventana que tiene la vivienda situada en la calle San Juan de Dios, 6 - Bajo, en Cádiz. Esa vivienda, de tan sólo 34,34 metros cuadrados, me ha llevado a enfrentarme con el Ayuntamiento de Cádiz que dirige Teófila Martínez y, sobre todo, con la Empresa Municipal de Vivienda de Cádiz (PROCASA) que des-gobierna el concejal a tiempo parcial Juan José Ortiz. Por eso, creo que además de contar lo que imaginariamente veo desde la ventana, debo contar la historia de esa ventana. Tras el primer capitulo (El nacimiento del sueño) y el segundo (La gran decepción) la historia continúa.
Con la carta que me había remitido PROCASA, la duda era la de saber si el piso era realmente el que yo creía o todo era un error. Por eso me dirigí a PROCASA el día en el que tenía la cita. Llegué y expuse mi problema en el mostrador. "Antes de firmar me gustaría ver la casa". La primera respuesta fue negativa. Pedí ver a los responsables y subí a la "planta noble" de PROCASA. Allí me antendió una técnico que me enseñó los planos. Por fin descubrí que el piso de mi futuro iba a tener 34 metros cuadrados. La discusión se elevó de tono cuando llegó la gerente que se presentó con un escueto "Yo soy la gerente, ¿qué pasa?" Me dicen que se llama Maribel Bueso y que fue concejala, pero la déspota señora no se dignó a decirme nada.
El debate se planteaba en unos términos bastante curiosos. La señora gerente, en un estilo más propio de otros tiempos, me decía que si yo no la quería que tenía mil personas esperando, que las casas ahora eran así y que qué me había creido. Yo respondía con las bases, con las ilusiones, con las promesas que me habían hecho, pero allí en privado, la señora gerente se meaba en las bases, se reía de mis ilusiones y olvidaba sus promesas. Al final accedió a que un aparejador (qué ironía, como Teófila) me enseñara la casa.
La sensación de entrar en el piso que llevas tres años esperando y ver que no cumple nada de lo que te habían prometido es indescrptible. Las ganas de llorar, se mezclaron con la rabia y la impotencia. Me sentía superado por una maquinaria de burocracia y desprecio a los ciudadanos, de ocultación y manipulación. ¿Por qué a mi?, pensé.
Hablé con los míos y decidimos que íbamos a luchar que, como siempre me habían enseñado, había que rebelarse contra la injusticia. El día adecuado era la entrega de las llaves de la casa, el día 5 de diciembre. Con la ayuda de mis padres, Marta, Margarita y mi amigo Chano diseñamos un acto de protesta para tratar de incomodar al concejal Ortiz, a la alcaldesa Martínez y a la prepotente señora gerente de PROCASA.
El acto resultó tan acertado que la alcaldesa no se atrevió a acudir a entregar las llaves. Los demás adjudicatarios nos apoyaron. Yo, personalmente, lo sentí por ellos por haber protagonizado un día tan importante en su vida, pero ellos supieron entenderlo y me mostraron su solidaridad. Además, los medios de comunicación recogieron nuestra historia y comenzó un mes de auténtica voragine mediática en la que tuve más repercusión de la que jamás pude imaginar.
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